martes, 16 de agosto de 2016

JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ DE ALBA



José María Gutiérrez de Alba nació el 2 de febrero de 1822 en una casa de La Plazuela, donde se encontraba anteriormente la ferretería Mora. Existe en dicho lugar una placa muy deteriorada.

Se formó en los jesuitas y posteriormente en la Universidad de Sevilla, donde estudió Filosofía y Derecho.
En los años cuarenta del siglo XIX ya dentro de los ambientes literarios hispalenses, fundó revistas como El Verjel o El Jenio de Andalucía (La jota es del original, en la línea reivindicativa que años después continúa con Juan Ramón Jiménez). En esa época escribió la novela La Tapada, basada en fábulas de Alcalá y compuso la obra teatral Diego Corrientes o el bandido generoso sin duda, la que obtuvo más éxito de las más de 40 que compuso en toda su trayectoria.

En 1847 se trasladó a Madrid para completar sus estudios de derecho pero es allí donde definitivamente los abandona para dedicarse profesionalmente a la literatura y el periodismo, escribiendo entonces para La Gaceta Mercantil. 

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De ideas liberales publicó entonces Fábulas Políticas lo cual le obligó a exiliarse a Francia cuando en 1856 fue condenado a 10 años de cárcel. 

En 1858 regresa a Madrid y contrae matrimonio con Matilde Pérez Murube. En los años sesenta compone diferentes piezas teatrales y vive sus mayores años de esplendor literario, especialmente cuando a partir de la revolución Gloriosa de 1868 -la cual apoyó activamente- puede publicarlas libres de censura.

A partir de 1870, ocupa un cargo diplomático primero en Puerto Rico y posteriormente durante trece años en Colombia donde escribió una larga serie de diez tomos inéditos: Impresiones de un viaje a América así como fundó un periódico.


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 A su regreso a Alcalá en 1883 fue nombrado Bibliotecario y archivero municipal, ocupando este cargo sin dejar de colaborar en diferentes periódicos o revistas literarias hasta su fallecimiento el 27 de enero de 1897. 

 Fue rotulada en su honor una céntrica calle alcalareña que comunica Plazuela e Iglesia de San Sebastián, así como también el teatro municipal de la calle la Mina que recibe su nombre alrededor de 1929.

Coincidiendo con el centenario de su fallecimiento, fue erigido en su honor un monumento en la plaza del Cabildo, obra de Antonio Cerero Jiménez. Curiosamente, el molde en poliéster del busto se encuentra en la biblioteca Municipal del antiguo matadero.





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